sábado, 25 de junio de 2016

Crianza con apego y crianza respetuosa ¿son la misma cosa?

Crianza con apego y crianza respetuosa ¿son la misma cosa?

La crianza con apego parte de la teoría del apego propuesta originalmente por el psiquiatra infantil John Bowlby  quien sostuvo y demostró -a través de estudios y observaciones directas con niños- que la necesidad de contacto, proximidad, mirada, cuerpo, consuelo… satisfechas de manera constante por parte de un adulto significativo que sepa reconocer e interpretar las necesidades del niño, constituye la base del sano desarrollo del ser humano. Difiere del planteamiento de Sigmund Freud, quien estudió la impronta de la infancia a través del adulto mediante el psicoanálisis y no directamente en niños como lo hizo Bowlby. Por otra parte el padre del psicoanálisis califica el deseo de apego del bebé como un producto secundario derivado del deseo de satisfacer la necesidad primaria de llegar al alimento que ofrece la madre (el bebé siente deseo de apego hacia la madre porque sabe que en ella encontrará la fuente de alimento). Bolwby, el padre de la teoría del apego, en cambio, revela y demuestra que al igual que alimentarse, el apego en sí mismo es ya es una necesidad primaria, tan potente y vital para garantizar la sobrevivencia y el desarrollo saludable de los seres humanos.


Somos mamíferos, primates (muy sofisticados pero lo somos) por lo tanto dependemos del contacto piel con piel para sentir afecto y seguridad, sobre todo cuando somos crías completamente carentes de autonomía y muy dependientes para sobrevivir. Estar en contacto permanente con el cuerpo de la madre nos permite sentirnos seguros, a salvo. Sentir la piel, el olor, la voz, los latidos de la madre, es nuestra  garantía de sobrevivencia y es el modo de percibir seguridad, placer, amor, confianza. Un bebé desde el primer momento en que registra una necesidad y hasta que la misma es cubierta,  atraviesa un lapso de experiencia en extremo sufriente, en el cual se llena de estrés y de miedo, porque biológicamente registra amenaza a la sobrevivencia. Por eso la crianza con apego derrumba el mito de que debemos enseñar a los bebés a “tolerar la frustración”, y propone satisfacer de inmediato y continuamente las necesidades del bebé previniendo así que sus niveles de estrés aumenten y perjudiquen su desarrollo cerebral y emocional.
Aunque lo hayamos perdido de vista, somos descendientes de antepasados humanos que llevaban a sus crías todo el tiempo en brazos o colgadas en pareos, dormían con ellas, las alimentaban con pecho durante años, las criaban piel con piel, sin dejarlas llorar, y todo esto porque de otro modo no hubiéramos sobrevivido como especie. Retomar esas prácticas es lo que propone la crianza con apego, porque aunque ya no vivamos en cuevas al acecho de fieras predadoras, sino en hogares más seguros,  los bebés de hoy siguen respondiendo a las mismas características biológicas de los bebés de hace millones de años.



La crianza con apego se inscribe dentro de los principios de la crianza respetuosa, aunque hace énfasis en los primeros años de vida del niño o la niña, durante los cuales atraviesan el período de mayor dependencia de la madre para subsistir. Sin embargo un niño a cualquier edad, según sea la característica de su momento evolutivo, siempre necesita establecer un apego seguro con adultos significativos. Necesita para su sano desarrollo, al igual que comer y respirar, contar con la certidumbre que le prodiga saber y experimentar que hay uno o varios adultos a su cargo, responsivos y en conexión con su alma infantil.
Los principios de la crianza respetuosa podrían resumirse en cuatro aspectos fundamentales, los puntos 2 y 3 se vinculan directamente a la crianza con apego:
  1. Horizontalidad: tratar a los niños como a iguales. No hacer al niño lo que no nos gustaría que nos hicieran.
  2. Empatía: ser capaces de sintonizar con el alma infantil de nuestros pequeños, reconocer y valorar sus necesidades auténticas sin degradarlas a la condición de capricho.
  3. Ser responsivos de inmediato y sostenidamente ante las necesidades, sentires y expresiones del niño.
  4. Límites y disciplina razonable, no punitiva, flexible, democrática, humanizada, respetuosa de los derechos del niño.

Alimentacion Complementaría

Alimentación complementaria.


Cuando la leche materna deja de ser suficiente para atender las necesidades nutricionales del lactante hay que añadir alimentos complementarios a su dieta. La transición de la lactancia exclusivamente materna a la alimentación complementaria abarca generalmente el periodo que va de los 6 a los 18 a 24 meses de edad, y es una fase de gran vulnerabilidad, cuando para muchos niños empieza la malnutrición, y de las que más contribuye a la alta prevalencia de la malnutrición en los menores de 5 años de todo el mundo. La OMS calcula que en los países de ingresos bajos dos de cada cinco niños tienen retraso del crecimiento.




Los alimentos deben prepararse y administrarse en condiciones seguras, es decir, reduciendo al mínimo el riesgo de contaminación por microorganismos patógenos. Además deben administrarse de forma apropiada, lo cual significa que deben tener una textura adecuada para la edad del niño y administrarse de forma que respondan a su demanda, de conformidad con los principios de la atención psicosocial.La alimentación complementaria debe introducirse en el momento adecuado, lo cual significa que todos los niños deben empezar a recibir otros alimentos, además de la leche materna, a partir de los 6 meses de vida. La alimentación complementaria debe ser suficiente, lo cual significa que los alimentos deben tener una consistencia y variedad adecuadas, y administrarse en cantidades apropiadas y con una frecuencia adecuada, que permita cubrir las necesidades nutricionales del niño en crecimiento, sin abandonar la lactancia materna.
La adecuación de la alimentación complementaria (en términos de tiempo, suficiencia, seguridad y adaptación) depende no solo de la disponibilidad de alimentos variados en el hogar, sino también de las prácticas de alimentación de los cuidadores. La alimentación del niño pequeño requiere cuidados y estimulación activa, que su cuidador responda a los signos de hambre que manifieste el niño y que lo estimule para que coma. A esto se le llama alimentación activa.
La OMS recomienda que los lactantes empiecen a recibir alimentos complementarios a los 6 meses, primero unas dos o tres veces al día entre los 6 y los 8 meses, y después, entre los 9 a 11 meses y los 12 a 24 meses, unas tres o cuatro veces al día, añadiéndoles aperitivos nutritivos una o dos veces al día, según se desee.
Las prácticas alimentarias inadecuadas son a menudo un determinante de la ingesta insuficiente más importante que la disponibilidad de alimentos en el hogar. La OMS ha elaborado un protocolo para adaptar las recomendaciones alimentarias que permite a los gestores de programas identificar las prácticas alimentarias locales, los problemas frecuentes relacionados con la alimentación y los alimentos complementarios adecuados.
El protocolo se basa en la información disponible y propone la realización de estudios a domicilio para probar las recomendaciones destinadas a mejorar la alimentación. La OMS recomienda que el protocolo se utilice para idear intervenciones que mejoren la alimentación complementaria y forme parte del proceso de adaptación de la estrategia de Atención Integrada a las Enfermedades Prevalentes de la Infancia (AIEPI).
Las investigaciones han revelado que los cuidadores necesitan un apoyo especializado para alimentar adecuadamente a los lactantes. Se ofrecen directrices sobre la alimentación apropiada en los cursos de orientación sobre Alimentación del lactante y el niño pequeño y sobre Alimentación complementaria, así como en las directrices y el curso de formación de trabajadores sanitarios del primer nivel sobre la AIEPI.
La OMS ha elaborado la guía Complementary feeding: family foods for breastfed children, que proporciona a los trabajadores de la salud orientaciones más pormenorizadas sobre cómo apoyar la alimentación complementaria.
La Reunión consultiva mundial sobre alimentación complementaria convocada por la OMS del 10 al 13 de diciembre de 2001 dio lugar a una actualización de las recomendaciones sobre las prácticas alimentarias adecuadas y de orientaciones a los gestores de programas para que las pongan en práctica. Los documentos de referencia utilizados en esa reunión consultiva se publicaron en el suplemento especial de la revista Food and Nutrition Bulletin 2003; 24(1) y representan una actualización de la publicación conjunta de la OMS y el UNICEF Complementary feeding of young children in developing countries: a review of current scientific knowledge 1998 (signatura WHO/NUT/98.1).
En la publicación de la Organización Panamericana de la Salud Principios de orientación para la alimentación complementaria del niño amamantado se resumen las pruebas científicas actuales sobre la alimentación complementaria con el fin de orientar las políticas y la acción programática a nivel mundial, nacional y comunitario. A su vez, la publicación Principios de orientación para la alimentación de niños no amamantados entre los 6 y los 24 meses de edad (2005) ofrece orientaciones sobre cómo alimentar los niños que no están recibiendo leche materna.

Basándose en los nuevos conocimientos y en colaboración con los asociados, la OMS elaboró indicadores actualizados sobre la alimentación del lactante y del niño pequeño, incluida la alimentación complementaria. El resultado han sido tres publicaciones: una sobre definiciones, otra sobre mediciones, y otra sobre perfiles de los países.


Lactancia Materna

La lactancia Materna

La lactancia materna es la alimentación con leche del seno materno. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) señalan asimismo que la lactancia «es una forma inigualable de facilitar el alimento ideal para el crecimiento y desarrollo correcto de los niños».La OMS y el Unicef recomiendan como imprescindible la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses del recién nacido. También recomiendan seguir amamantando a partir de los seis meses, al mismo tiempo que se va ofreciendo al bebé otros alimentos propios para su edad complementarios, hasta un mínimo de dos años. La Academia Americana de Pediatría recomienda mantener la lactancia al menos durante el primer año. El Comité de lactancia de la Asociación española de pediatría coincide en sus recomendaciones con OMS y Unicef.

Según la OMS y el Unicef, a partir de los dos primeros años la lactancia materna tiene que mantenerse hasta que el niño o la madre decidan, sin que exista ningún límite de tiempo. No se sabe cuál es la duración "normal" de la lactancia materna en la especie humana. Los referentes sobre los términos y características de la lactancia se comprenden desde el contexto cultural de las madres que lactan, de tal forma que los periodos de lactancia se pueden extender tanto como la variabilidad de culturas existentes en el mundo. En el mundo podemos referir casos en donde se considera un acto únicamente de bebés de pocas semanas o meses, así como también se encuentran casos en los que se ha mantenido la lactancia durante varios años.
Algunos estudios antropológicos publicados concluyen que la franja natural de lactancia en humanos se encuentra situada entre los dos años y medio y los siete.La lactancia materna es un hecho biológico sujeto a modificaciones por influencias sociales, económicas y culturales, que ha permanecido como referente para los bebés humanos desde los orígenes de la humanidad hasta finales del siglo XIX, tanto si se trata de leche de la propia madre o leche de otra madre, a cambio o no de algún tipo de compensación.
A principios del siglo XX (20) se inicia lo que ha sido considerado como "el mayor experimento a gran escala en una especie animal": a la especie humana se le cambia su forma de alimentación inicial y los niños pasan a ser alimentados con leche modificada de una especie distinta.
La frecuencia y duración de la lactancia materna disminuyeron rápidamente a lo largo del siglo XX. En 1955 se había creado en las Naciones Unidas el GAP (Grupo Asesor en Proteínas), para ayudar a la OMS a ofrecer consejo técnico a Unicef y FAO en sus programas de ayuda nutricional y asesoría sobre la seguridad y la adecuación del consumo humano de nuevos alimentos proteicos. En los años setenta el GAP emite informes donde advierte la preocupación por el problema de la malnutrición infantil derivada del abandono de la lactancia materna e invita a la industria a cambiar sus prácticas de publicidad de productos para la alimentación infantil.En 1979 la OMS/Unicef organiza una reunión internacional sobre la alimentación del lactante y el niño pequeño. De la reunión sale una resolución llamando a la elaboración de un Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de Leche Materna. También se funda IBFAN para velar por el desarrollo de dicho Código. Paralelamente resurge el interés de la comunidad científica por la lactancia materna y son múltiples las investigaciones que se hacen sobre la misma. Empieza a acumularse la evidencia sobre la superioridad de la leche humana para la alimentación del lactante y el niño pequeño. Otros investigadores dirigen sus esfuerzos al estudio de los condicionantes de la lactancia y de los factores que influyen en la elección del amamantamiento y en su duración. Los movimientos sociales (grupos de apoyo a la lactancia materna) y la evidencia científica de que el abandono de la lactancia materna supone un problema de salud pública prioritario en todos los países del mundo empujaron a las instituciones internacionales y nacionales, con la OMS a la cabeza, a poner en marcha diferentes iniciativas.